Estamos en un
momento fantástico para todo el que tiene un hobby catalogado como “freak”. Si
coleccionas miniaturas, te gusta el manga y el anime o te encanta disfrazarte
con un nuevo cosplay estas en una época que tiene mucho que ofrecer. Tampoco
voy a engañar a nadie, la crisis nos pega a casi todos y siempre nos gustaría
tener más dinero para gastar en nuestras aficiones. A lo que me refiero es a la
cantidad y calidad de las nuevas opciones de las que disponemos:
Cada día puedes encontrar un nuevo juego de miniaturas que resulta ser
interesantísimo tanto por su trasfondo como por la calidad de las miniaturas, o
descubres en un foro un nuevo manga con el que saturar tus estanterías.
Lo que quiero
decir (y me voy a poner en plan abuelo) es que hace no demasiados años la
oferta destinada a nosotros era una ínfima parte de la que es ahora y tanto la
información como los materiales se quedaban bastante lejos de nuestro
archipiélago.
Si por otro lado eres más partidario del
“hazlo tu mismo” en internet puedes encontrar tutoriales que te ayudarán a casi
cualquier cosa: desde pintar o modificar tus miniaturas hasta crear algún
objeto de tu serie favorita o incluso confeccionar un cosplay completo con
materiales bastante asequibles.
Todo tiene por
supuesto un lado menos bueno y bajo mi punto de vista, el lado oscuro de
nuestra comunidad está formado en parte por algunos elementos que yo, en mi
modesta opinión, califico como tóxicos. Todos conocemos a alguno, el típico
personaje amargadillo que llega a la fiesta pinchando globos, soltando sus
críticas que sólo le parecen constructivas a él. -¡Vaya! ¿Ese disfraz lo has hecho tú? Te ha
quedado muy cutre- -¿Así que llevas una
semana pintando esa miniatura? Pues te ha quedado bastante mal.-
Estos personajes
que en internet han recibido el nombre de Trolls y que han existido toda la
vida pero que han encontrado en internet, un fantástico púlpito desde el que
soltar sus sermones sobre lo que es bueno o no, para la comunidad de la que
ellos mismos se han nombrado defensores a ultranza. Estos heraldos que se
vanaglorian de que sus acciones son las que protegen y mantienen con vida a su
comunidad se convierten en inquisidores en cuanto algo no va conforme a sus
designios y el púlpito se convierte en árbol desde el que un mono enfurecido
lanza excrementos a todo el que no le gusta.
Estos monos-troll
aprovecharán cualquier ocasión para mostrar a sus adeptos como castigan a todos
los que no siguen sus pasos. Lo mejor que se puede hacer con esta gente es
ignorarlos y no dejar que sus comentarios nos quiten las ganas de disfrutar de
nuestras aficiones. Divertíos
Rayco Vega